jueves, 8 de junio de 2017

Culpable o Inocente ¿?

         

           
            Muchas veces en nuestro día a día no somos capaces de vencer nuestros malos deseos, no queremos pecar pero se nos desliza entre los dedos aquellas cosas que sabemos no le agradan a Dios y comenzamos a sentir vergüenza de que siempre son las mismas circunstancias las que terminan alejándonos de Jesús.
Sin embargo ocasionalmente realizamos un tiempo de dedicación exclusiva a Dios, ya sea tomando un par de días de ayuno, orando desde mucho antes de que raye el alba o incluyéndonos en servicio a los necesitados con las personas de tu iglesia y/o fundación benéfica, pero es mi deber preguntarte ¿Existe en ti la motivación correcta para seguir al Señor?
Quien te escribe se consideraba inocente en su momento, inocente en que la motivación en mi corazón era la correcta al 100%, esto antes de entender a profundidad lo que Dios quería decir cuando hablaba de la Gracia y su favor para conmigo; ya que entramos en el tema tengo algo de tiempo queriendo hacerte una pregunta, ¿Eres merecedor de la gracia de Dios aún más cuando oras y mucho menos cuando pecas? Quizás tu respuesta sea la misma que la mía y consideras que no merecíamos el favor de Dios y es igual para todos, pero cuando ví mis hechos me di cuenta que no se reflejaba esto en mi vida.
Como todo joven consideré que era pertinente hacer un voto de pureza en mi vida, me limitaría a cumplir reglas que me harían mantenerme puro y no errar en mi caminar con Dios, sin embargo recientemente fueron abiertos mis ojos a una verdad, algo que cambio mi manera de ver la pureza, y esta verdad vino en forma de pregunta, ¿Busco al Señor para sentirme puro o para ser puro? Sabes de entrada pensé que el 100% de mi ser buscaba al Señor para ser puro, sin otra agenda de por medio, pero (y no todo pero es malo xD) al ver que siempre que cometía los mismos errores al pecar, también cometí los mismos errores al tratar de “enmendar” dichos errores.
Convengamos algo, en 1era Tesalonicenses 4:7 (NTV) dice: “Dios nos ha llamado a vivir vidas santas, no impuras” al leer esto estamos al tanto de lo que Dios demanda de nosotros, sin embargo quiero recordarte lo que hablábamos de la motivación correcta, ¿es la nuestra verdaderamente correcta? Te puedo decir que la mía en su momento no la fue. Quería dejar atrás los problemas de masturbación, fornicación, pornografía, etc. y mis actos de acercarme a Dios lograban alejarme de esto, pero inmediatamente me alejaba de Dios reincidía en mis errores, ¿Cuál era mi error? Sencillamente quería sentirme puro, no comprometerme a serlo con la medida de Dios.
Por eso cuando oraba 1 semana seguida a las 3 o 4 de la madrugada trataba de comprar paz interior; sí, mi motivación era agradarlo en su mayoría, pero aunque sea en una muy pequeña parte quería sentirme santo, sentirme puro, como que ya la cuota de hoy había sido llena, de manera de que podía tener paz y gozo; ojo, no pecando sino que en mi comunión continua con el Espíritu Santo podía descansar durante el día, y en el momento que fallaba en dicho horario la culpa era la primera en tocar mi puerta.
Allí se fundamentó mi error, la base que hacía que mi estructura cayera por mi pecado todas las veces que intente hacer las cosas por mi fuerza, no podemos buscar la pureza para limpiar nuestra conciencia, no podemos lograr a través de nuestras reglas alcanzar la perfección, dependemos de Dios, debe ser nuestra búsqueda por el algo que surja de nuestro corazón, no por medios para alcanzar un fin; en 2da de Tesalonicenses 2:13 (NTV) dice: “…Siempre estamos agradecidos de que Dios los eligió para que estén entre los primeros en experimentar la salvación, una salvación que vino mediante el Espíritu –quién los hace santos- y por creer en la verdad”  
Sencillamente no podemos buscar a Dios para limpiar nuestra conciencia, debemos buscarlo por su amor, su capacidad de perdonarnos en todas nuestras fallas, ese día que pude apreciar totalmente esta verdad, sentí libertad, sentí no que podía pecar libremente, para nada, sino que podía fallar al vivir una vida santa, al lector de estas sencillas y sinceras palabras le digo, ¿No te parece que es más fácil equivocarse al vivir una vida buscando la santidad y la pureza que simplemente dejándote llevar por tu pecado? Por supuesto, entonces no te condenes, tu perdón hacia ti mismo no es más importante que el de Dios por tus errores, levanta tu rostro, ten ánimo, que lo que Dios limpio no puede ser llamado inmundo.

Mi consejo para finalizar este post es simple, se libre, ¿Cómo? Busquemos a Dios por su amor, dejemos que su Espíritu obre en nosotros, pues sólo El puede hacernos santos. Espero que puedas estar en contacto con nosotros, es nuestro objetivo ayudarte a restablecer tu comunión con Dios, a lograr que dejes atrás aquello que te condena, todos pasamos y seguiremos pasando por estas batallas, pero mientras estemos aquí nos ayudaremos los unos a los otros a soportarlas.
Nos leemos en la web.

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