Muchas veces en nuestro día a día no somos capaces de vencer nuestros malos deseos, no queremos pecar pero se nos desliza entre los dedos aquellas cosas que sabemos no le agradan a Dios y comenzamos a sentir vergüenza de que siempre son las mismas circunstancias las que terminan alejándonos de Jesús.
Sin embargo
ocasionalmente realizamos un tiempo de dedicación exclusiva a Dios, ya sea
tomando un par de días de ayuno, orando desde mucho antes de que raye el alba o
incluyéndonos en servicio a los necesitados con las personas de tu iglesia y/o
fundación benéfica, pero es mi deber preguntarte ¿Existe en ti la motivación
correcta para seguir al Señor?
Quien te
escribe se consideraba inocente en su momento, inocente en que la motivación en
mi corazón era la correcta al 100%, esto antes de entender a profundidad lo que
Dios quería decir cuando hablaba de la Gracia y su favor para conmigo; ya que
entramos en el tema tengo algo de tiempo queriendo hacerte una pregunta, ¿Eres
merecedor de la gracia de Dios aún más cuando oras y mucho menos cuando pecas?
Quizás tu respuesta sea la misma que la mía y consideras que no merecíamos el
favor de Dios y es igual para todos, pero cuando ví mis hechos me di cuenta que
no se reflejaba esto en mi vida.
Como todo
joven consideré que era pertinente hacer un voto de pureza en mi vida, me
limitaría a cumplir reglas que me harían mantenerme puro y no errar en mi
caminar con Dios, sin embargo recientemente fueron abiertos mis ojos a una
verdad, algo que cambio mi manera de ver la pureza, y esta verdad vino en forma
de pregunta, ¿Busco al Señor para sentirme puro o para ser puro? Sabes de
entrada pensé que el 100% de mi ser buscaba al Señor para ser puro, sin otra
agenda de por medio, pero (y no todo pero es malo xD) al ver que siempre que
cometía los mismos errores al pecar, también cometí los mismos errores al
tratar de “enmendar” dichos errores.
Convengamos
algo, en 1era Tesalonicenses 4:7 (NTV) dice: “Dios nos ha llamado a vivir
vidas santas, no impuras” al leer esto estamos al tanto de lo que Dios
demanda de nosotros, sin embargo quiero recordarte lo que hablábamos de la
motivación correcta, ¿es la nuestra verdaderamente correcta? Te puedo decir que
la mía en su momento no la fue. Quería dejar atrás los problemas de
masturbación, fornicación, pornografía, etc. y mis actos de acercarme a Dios
lograban alejarme de esto, pero inmediatamente me alejaba de Dios reincidía en
mis errores, ¿Cuál era mi error? Sencillamente quería sentirme puro, no comprometerme
a serlo con la medida de Dios.
Por eso cuando
oraba 1 semana seguida a las 3 o 4 de la madrugada trataba de comprar paz
interior; sí, mi motivación era agradarlo en su mayoría, pero aunque sea en una
muy pequeña parte quería sentirme santo, sentirme puro, como que ya la cuota de
hoy había sido llena, de manera de que podía tener paz y gozo; ojo, no pecando
sino que en mi comunión continua con el Espíritu Santo podía descansar durante
el día, y en el momento que fallaba en dicho horario la culpa era la primera en
tocar mi puerta.
Allí se
fundamentó mi error, la base que hacía que mi estructura cayera por mi pecado
todas las veces que intente hacer las cosas por mi fuerza, no podemos buscar la
pureza para limpiar nuestra conciencia, no podemos lograr a través de nuestras
reglas alcanzar la perfección, dependemos de Dios, debe ser nuestra búsqueda
por el algo que surja de nuestro corazón, no por medios para alcanzar un fin;
en 2da de Tesalonicenses 2:13 (NTV) dice: “…Siempre estamos agradecidos de
que Dios los eligió para que estén entre los primeros en experimentar la
salvación, una salvación que vino mediante el Espíritu –quién los hace santos-
y por creer en la verdad”
Sencillamente
no podemos buscar a Dios para limpiar nuestra conciencia, debemos buscarlo por
su amor, su capacidad de perdonarnos en todas nuestras fallas, ese día que pude
apreciar totalmente esta verdad, sentí libertad, sentí no que podía pecar
libremente, para nada, sino que podía fallar al vivir una vida santa, al lector
de estas sencillas y sinceras palabras le digo, ¿No te parece que es más fácil
equivocarse al vivir una vida buscando la santidad y la pureza que simplemente
dejándote llevar por tu pecado? Por supuesto, entonces no te condenes, tu
perdón hacia ti mismo no es más importante que el de Dios por tus errores,
levanta tu rostro, ten ánimo, que lo que Dios limpio no puede ser llamado
inmundo.
Mi consejo
para finalizar este post es simple, se libre, ¿Cómo? Busquemos a Dios por su
amor, dejemos que su Espíritu obre en nosotros, pues sólo El puede hacernos
santos. Espero que puedas estar en contacto con nosotros, es nuestro objetivo
ayudarte a restablecer tu comunión con Dios, a lograr que dejes atrás aquello
que te condena, todos pasamos y seguiremos pasando por estas batallas, pero
mientras estemos aquí nos ayudaremos los unos a los otros a soportarlas.
Nos leemos en la web.
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